viernes, 29 de mayo de 2015

Don Nicanor

Don Nicanor es el papá de Obdulia Fernández de Rulo, tiene 70 años y hace cinco que está jubilado.


En sus años mozos fue marino mercante, lo que le hacía pasar meses fuera de casa y sentir mucha añoranza de su mujer y de sus hijas. Por este motivo posteriormente se decidió a dejar su trabajo en la mar y estuvo empleado en varios oficios hasta que lo contrataron como vigilante nocturno en una empresa de transportes, y allí ejerció hasta su jubilación.

Don Nicanor es un hombre de fe. Desde la infancia ha asistido a misa cada domingo y se casó con su esposa, doña Amparo, para siempre.

En sus ratos libres (que en la actualidad son muchos), se encierra en su despacho y construye maquetas de barcos que después regala a los nietos, sobrinos y demás familiares y amigos. El tema de la mar le apasiona, le recuerda a su juventud y a los buenos y malos momentos que pasó lejos de su hogar, pero que han hecho de él el hombre que es hoy en día.



Don Nicanor es, además, un entusiasta de la correspondencia y suele mantenerse en contacto por medio de cartas con amigos que conoció en el servicio militar, y también con aficionados filatélicos con los que intercambia sellos y tarjetas postales y que residen en la otra punta del Playmundo.

Pero lo que más le gusta a Don Nicanor es sentarse por las noches junto a su esposa en la salita pequeña y disfrutar de la repostería que ésta le prepara. Nada le parece más sabroso que el bizcocho de chocolate a la menta que hornea su mujer.


"Cualquier día se te pone el azúcar por las nubes y te tienen que cortar un pie" le dice doña Amparo mientras le sirve el bizcocho, exagerada como es ella. Pero don Nicanor sabe que se lo dice en broma y que en realidad la pone muy contenta verlo comer con exquisito placer los dulces que prepara.

Se podría decir que don Nicanor es un hombre bueno, un abuelo tranquilo y un marido feliz.


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